El
ser humano es sociable y competitivo por naturaleza y se siente seguro cuando
pertenece a un grupo.
La
fuerza que recibe de éste puede manejarse de diferentes formas según sea la
calidad y propósito de la asociación y por otro lado las ideas y creencias del
grupo terminan siendo filtro para la visión del mundo de cada uno de sus
miembros, convirtiéndose en parte de sus creencias vitales. Individuo y grupo se retroalimentan,
complementan y definen.
En
nuestro día a día se puede dar grupos con una jerarquía, no necesariamente
explicita, que aporta ideas que serán repetidas por los miembros girando en
torno a ellas, sin
necesidad de cuestionarlas. Discursos capaces de ser flexibles solo para adaptarse a los tiempos, modismos o tendencias. Suelen ser cambios de forma, pero no de fondo. En estos casos la competencia no va sobre nada estructural, allí no hay nada que discutir ni pensar y la evolución individual será en la escalada en la jerarquía del grupo. Por una cuota de poder.
necesidad de cuestionarlas. Discursos capaces de ser flexibles solo para adaptarse a los tiempos, modismos o tendencias. Suelen ser cambios de forma, pero no de fondo. En estos casos la competencia no va sobre nada estructural, allí no hay nada que discutir ni pensar y la evolución individual será en la escalada en la jerarquía del grupo. Por una cuota de poder.
También
podemos toparnos con grupos en donde la competencia se da de forma
natural. Aquí, aunque también existiera
una jerarquía, la competencia suele ser una carrera contra uno mismo. Las ideas
que se exponen desde ‘arriba’, desde las autoridades en el tema, son revisables
y adaptables. La preocupación pasa de agradar y escalar a esforzarse y rendir
(producir). Este esfuerzo por no ser el
eslabón más débil, y de serlo, ser lo suficientemente fuerte para que el equipo
no se vea afectado. Lo vemos en
competencias deportivas, un ejemplo que no necesita mayor explicación, son las
tan de moda carreras y maratones: se compite por equipo o individualmente. Se
acogen unas normas generales. Sin embargo, la tónica es la auto superación.
Todo el mundo se preocupa por mejorarse a sí mismo. Hay un trabajo previo,
consiente y libre en tanto que cada quien entrena como quiere, puede y le
parece mejor. Existen ‘autoridades’ en la materia que se han ganado su puesto
por hacer más y mejor que los demás. Su puesto es dado por el honor y el
respeto de los miembros del grupo.
Las
autoridades en los diversos temas, tengan el origen que tengan, siempre nos
animan e inspiran. El grupo siempre termina influyendo en nuestras creencias y
los individuos determinando al grupo.
La
competencia en tanto que significa superar obstáculos y temores, activar
nuestro ingenio, hacernos disciplinados, para lograr nuestros objetivos, es
innata y según los expertos es necesaria para mantenernos jóvenes, activos y
realmente vivos.
No
hablamos aquí de personalidades competitivas al extremo ni de personalidades
que necesiten medirse a toda hora y momento en una competencia, esos casos
extremos que reflejan inseguridad y otros problemas de personalidad los hay en
todos los grupos y ámbitos. Sin embargo, nos referimos a las personas que están
motivadas a desarrollarse e interactuar con el ambiente. Que desean exponer y
reflejar sus capacidades y habilidades que estén dispuestos a afrontar desafíos
y sean capaces de afrontar el fracaso como parte del aprendizaje. Todos tenemos
esta ‘mochila’ competitiva en nuestro ADN queda de nuestra parte establecer
contra qué, quién y cómo competimos.
Afortunadamente somos libres de elegir
nuestras batallas ¿has pensado las tuyas?
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